Siempre hemos escuchado el dicho de que "los polos opuestos" se atraen, pero no es del todo cierto. Lo que realmente influye para que una relación empiece con buen pie es el físico.
Suena superficial pero es la verdad, la apariencia de una persona es lo primero que vemos. Si no hablamos con esa persona, ni la conocemos a fondo, lo único que vamos a recordar es su aspecto.
La genética es sabia y hace que seamos atractivos para según para que personas, por lo que no es que nos atraigan nuestros polos opuestos, sino que nos atrae un físico y nos enamora una personalidad que puede ser contraria a nosotros o no.
También es cierto que el ser humano, por naturaleza, tiende a ser selectivo, y aquí es donde las mujeres entran en juego. Las chicas se fijan más y seleccionan más a sus parejas que los chicos.
Una mujer que se acuesta con muchos hombres siempre ha sido tachada de promiscua cuanto menos, por lo que son mucho más cuidadosas al elegir con quien sí y con quién no.
Esto no significa que los hombres vayan a la aventura, pero las consecuencias de muchas relaciones fallidas afectan menos a su reputación que a la de las mujeres. La belleza exterior es extremadamente subjetiva, pero sí que es cierto que la forma en que te habla, los besos y qué perfume usa son cosas imprescindibles.
Una persona puede no atraerte demasiado físicamente, pero si te acercas a conversar con ella y notas que está atenta, tiene un tono de voz penetrante y te gusta cómo besa... ¡puede ser tu media naranja!
No todo se basa en lo físico, solo a primera vista, y aunque estos factores también determinan mucho el comienzo de algo entre dos personas, el lugar donde vive es un factor clave.
Para la muchas personas es vital tener a su pareja cerca, se sienten así más protegidas que si la tienen en otro país. Lo importante es que el amor no se rompa incluso a miles de kilómetros.
