Todos hemos oído hablar alguna vez de las típicas "décimas de fiebre", esas décimas de temperatura que van de los 37 a los 37,5ºC. Muchos padres consideran que esa es temperatura suficiente para que sus pequeños no vayan al colegio, mientras que también los hay que piensan que, aún pudiendo causar malestar, esa temperatura no es fiebre. Entonces, ¿quién está en lo cierto y quién se equivoca?
Bueno, según el valor establecido a mediados del siglo XIX por el médico alemán Carl Reinhold August Wunderlich, a partir del estudio de los datos clínicos de 25.000 pacientes y el análisis de millones de registros, 37,5ºC no es fiebre. ¿Qué significa esa cifra entonces?
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Podríamos decir que la temperatura corporal normal es de 36ºC, pese que también se pueden tomar como normales valores que oscilen entre los 35 y los 37,5ºC. Esta variación de temperatura dependerá principalmente de de cada persona, del momento del día o de las condiciones del entorno.
A las 6 de la mañana, por ejemplo, la temperatura corporal está más baja, mientras que a las 18 horas es cuando alcanza su valor más alto. Esta oscilación se debe al ritmo circadiano de cada persona, el cual regula las funciones fisiológicas del organismo.
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Un médico hablará abiertamente de fiebre a partir de los 38ºC. Las temidas décimas que aparecen desde los 37 a los 37,5ºC solo avisan de que puede haber algo en el organismo que no funciona del todo bien. A partir de los 40ºC se considera fiebre alta.
Estos valores son idénticos para todas las personas, independientemente a la edad, sexo o temperatura basal (la más baja del cuerpo en reposo) ya sea de 35,5 o 36ºC.
La temperatura también puede variar según el lugar donde se mida. Si el termómetro se coloca en la boca o en el recto hay que tener en cuenta que será entre 0,3 y 0,6 grados más alta que tomada en el oído, frente o axila, puesto que son zonas con una mayor presencia de sangre, y por tanto, más calientes. A fin de obtener resultados precisos, se recomienda medir la temperatura siempre en el mismo lugar.
Cabe recordar que, por lo general, la fiebre no es problema único, sino un síntoma originado por otra dolencia subyacente. Lo que hay que tratar por tanto son los síntomas que acompañan a la fiebre, como escalofríos o malestar.
Los antitérmicos no son ninguna panacea. El ibuprofeno o el paracetamol tienen potencial para disminuir la temperatura entre 1 y 1,5°C, y el objetivo no es alcanzar la temperatura corporal normal, sino que los síntomas asociados a la fiebre desaparezcan. Si nuestra temperatura es de 39ºC, no podemos pretender que tras la toma de un antitérmico la temperatura sea inferior a 37°C. En cambio, lo que sí debemos esperar es que hayan mejorado los síntomas asociados a la fiebre.
