1. Antes de que preguntes, sí, todos hemos metido el brazo dentro del trasero de una vaca.
Aunque nos especialicemos en animales pequeños, es parte de nuestro entrenamiento. Lo hacemos por muchas razones, y sí… es algo bastante raro. Además puedes hacerte daño si la vaca se mueve de repente, y hay muchas probabilidades de que te dé una patada. Bastante divertido.
2. Acabamos adoptando animales frecuentemente
A veces los clientes no pueden quedarse con un animal, o no vuelven para recogerlos después de una cirugía. Es muy tentador quedártelos en casa durante «un tiempo» hasta que puedan encontrarles un nuevo hogar.
3. Solemos gastar bastantes bromas para levantar el ánimo.
Es bastante difícil resistirse a esconder algún par de testículos de gato donde tus compañeros menos se lo imaginarían, como en su taza favorita.
4. Nos suelen preguntar preguntas bastante estúpidas
«Puedes castrar a mi mascota en vez de esterilizarla? ¡Es más barato». A no ser que tu perra tenga testículos, entonces no. Esterilizar significa quitar el útero de tu mascota. Normalmente nos preguntan «¿Es necesario que lleve mi mascota a la cita?»… Pues sí…
5. No podemos dejar de cobrar cuotas, pero sí dejarlas lo más bajas posibles
Sabemos que las cuotas del veterinario pueden ser caras, y odiamos cobrar muchas veces por lo que hacemos. Si pudiésemos ayudar a los animales gratuitamente cada día lo haríamos, pero también necesitamos pagar nuestras facturas.
6. Sin embargo muchas veces cobramos menos de lo que deberíamos, para que puedas permitirte el tratamiento de tu mascota.
¡Pero nunca te lo diríamos!
7. Tener que sacrificar a un animal, nunca se vuelve más fácil.
Lloramos con cada animal que nos dice adiós. Aunque no sean parte de nuestra familia, siempre solemos conocer bastante bien a tu mascota (y a ti) y perderla nos afecta mucho.
8. Aunque tratamos que no se nos note
Una de las partes más importantes de nuestro trabajo es cuidar de ti y tus mascotas, y eso significa tratar de hacerte sentir mejor, aunque a veces no podamos evitar que se nos escapen las lágrimas. Somos humanos después de todo.
9. Partes de nuestro trabajo nos hace cuestionarnos nuestra carrera.
Los dueños de perros, deberían saber que el olor de las glándulas anales también nos dan náuseas a nosotros. Sólo que tenemos bastante práctica para disimularlo.
10. Nos suelen morder y arañar todo el tiempo
Cuando llevamos a tu mascota histérica a otra sala para sacarle sangre o comprobar sus dientes, sabemos que vamos a acabar con un trozo menos de carne. Estamos acostumbrados, pero no es que sea demasiado divertido.