La vida nunca es exactamente como nos la imaginamos, pero quizás en eso está la gracia. Sin embargo, eso no significa que no nos sintamos bien con ella. Si cuando analizas tu vida te das cuenta de que estás orgulloso del camino que has recorrido y de ser quién eres, seguro que estas cosas te suenan.
Cosas que demuestran que tienes las cosas claras en la vida
Cuidas de ti mismo
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Te gusta hacer ejercicio prácticamente a diario y comer sano porque eso te hace sentirte bien y adulto. Eso no quita que te des caprichos de vez en cuando y hagas cosas absurdas. Una cosa es ser adulto y otra aburrido.
No necesitas a nadie para hacer las cosas
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Ya sea para elegir un atuendo para una boda, arreglar unos papeles de la casa o viajar, no necesitas que nadie te acompañe. ¿Quién sabe cuánta gente interesante puedes encontrarte por el camino?
Tus relaciones son saludables
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Si sientes que tus amigos son comprensivos y realmente te apoyan, es porque ya te has ido deshaciendo de esas personas que has ido conociendo por el camino y que sabías que no eran buena compañía. Tienes amigos de verdad, te preocupas por ellos y harían cualquier cosa para que fueran felices.
Tienes una mascota
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Significa que eres capaz de mantener con vida a otro ser vivo, lo que te hace más responsable que el 80% de la población mundial. Aunque no llegue al nivel de tener un hijo, por ejemplo, demuestra mucho sobre ti.
Eres puntual
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Tu tiempo es valioso y entiendes que el los demás también lo puede ser. Además, eres respetuoso y al igual que no te gusta esperar, no hacen que los demás tengan que hacerlo. Cuanto antes empieces, antes terminas.
Tu economía está en orden
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No solo estás al día de las novedades básicas de la economía, sino que además tienes la tuya bajo control. Ahorras, planificas tus gastos y nunca te pilla el toro con los regalos. Lo que gastas es siempre bien empleado, y eso te hace sentirte eficiente.
Haces tu cama
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Te levantas y te gusta dejártelo todo recogido antes de irte a trabajar. No eres de esas personas a las que les da igual volver por la noche y acostarse encima de la montaña de ropa del día anterior.
Haces listas
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No te despiertas de madrugada asustado porque acabas de recordar que se te ha olvidado hacer algo. Tienes planeadas tus tareas de día y no te acuestas hasta que las hayas cumplido todas.
Te importa lo que otros piensen, pero eso no determina tus actos
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No es que pases del mundo y hagas siempre lo que te apetece sin pensar en nadie más, pero tampoco eres de los que hace las cosas para complacer a los demás. Escuchas la opinión de los que te rodean y te dejas aconsejar, pero siempre tomas tus propias decisiones.
No te avergüenzas de tu casa
Si alguien viene de imprevisto a hacerte una visita, no le tienes que pedir que se espere un segundo mientras recoges la casa como un loco. No es que tengas siempre todo perfecto, pero sí vives en un orden y no te importa que vean que no es una casa de revista.
Sabes cocinar
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No es que tengas que ser todo un chef, pero dominas algunos platos. Si cuando tienes visita eres capaz de prepararles algo suculento y sacar una botella de vino de entre las que tienes, es porque eres adulto.
Te sientas a comer
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Nada de comerte un bol de cereales mientras friegas los platos. No es que tengas que poner la mesa para ti solo, pero si sentarte a disfrutar de uno de los placeres de la vida, comer.
No te preocupas por encontrar pareja
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No es que estés cerrado a ello, es que no te pasas la vida buscándola. Eres feliz como eres, te sientes realizado y no necesitas de alguien más. Eso sí, si surge y se trata de una persona que merece la pena, estás dispuesto a ello.
Dejas las cosas pasar
Entiendes que cada persona es diferente, hace las cosas de manera distinta y no siempre puedes conseguir lo que quieres. Discutir con tu pareja porque no pone los zapatos donde te gustaría no merece la pena, ¿no crees?
Sabes decir que no
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Ya sea a algún capricho en un momento que no es el adecuado o a un viaje que no te puedes permitir en este momento, sabes cómo resistirte a algo y decir que no. De eso se trata ser adultos.
