Tara acababa de cumplir 40 años cuando decidió perseguir su sueño. Esta madre soltera de dos pequeñas, se inscribió en un curso de tecnología veterinaria en la Escuela de negocios de Minnesota. De lo que no tenía ni idea era de que su mayor desafío estaba a la vuelta de la esquina.
Una noche, mientras estudiaba a Willow, un Golden Retriever mezcla con San Bernardo, este saltó sobre su cama, puso su nariz en el lado izquierdo de Tara y se negó a bajar de la cama.
No importaba cuántas veces intentase quitárselo de encima, el perro volvía a saltar e insistía en poner su hocico en el pecho izquierdo de Tara.
Como técnico veterinario, ella misma se dio cuenta de que este comportamiento no era nada normal, y menos en un perro tan educado y con tan buenos modales.
La última vez que se subió, Willow frotó su nariz húmeda contra el pecho de Tara haciéndole una mancha. En cuanto se dio cuenta, Tara frotó la mancha para intentar quitarla de la camisa y fue entonces cuando su vida cambió para siempre.
"Se ponía en el suelo, estornudaba y hacía lo que podía para llamar la atención, era muy extraño.
Saltaba a la cama una y otra vez, y lo último que hizo fue frotarme su nariz húmeda en el pecho. Fui a limpiarme y fue entonces cuando sentí el bulto."
El bulto era un cáncer de mama. El cáncer se había extendido fuera del conducto de leche, pero aún no había llegado a su ganglio linfático; los médicos dijeron que fue diagnosticado justo a tiempo.
Tres semanas más tarde, Tara se sometió a una mastectomía parcial, nueve meses de quimioterapia y radioterapia. Y hoy en día, ¡ya está completamente curada!
Los estudios demuestran que los perros pueden detectar cambios en los seres humanos. Como técnico veterinario, Tara cree que es absolutamente posible que Willow detectase el cáncer antes que ella.
"Usan animales para detectar cuando un ataque está a punto de darle a una persona que tiene epilepsia, pueden detectar ataques al corazón y cada vez que un diabético tiene bajos los niveles de azúcar en sangre", explicó Tara.
Los médicos recomiendan que las mujeres comiencen a hacerse mamografías regulares a los 40 años. Tara espera que su historia aliente a todas las mujeres a hacérselas, así como a tener un perro fiel que les de amor y cariño y, quién sabe, les ayude en una enfermedad tan grave como pasó en su caso.
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Fuente: Little Things