Antes de que se casaran, los misioneros Aaron y Rachel Halbert sabían que querían adoptar a un niño negro. En un artículo escrito para el diario The Washington Post, Aaron explicaba cómo él y Rachel, debido a los problemas que tenían para concebir un bebé de forma natural, llegaron a conocer que los niños de color eran adoptados en menor medida.
Fue por esa razón que sintieron la necesidad de proporcionar un hogar a un niño que quizás de otra manera nunca llegase a tener una familia. Lo que no sabían es que esta decisión cambiaría sus vidas de una forma que nunca esperaron.
Aaron y Rachel fueron a una agencia de adopción y adoptaron a dos niños afroamericanos, un niño y una niña para ser exactos. Los nuevos integrantes de la familia fueron aceptados y rechazados a partes iguales por personas ajenas a la familia.
Los Halberts nunca tuvieron la intención de tener más hijos hasta que escucharon hablar sobre el Centro Nacional de Donación de Embriones.
Por lo general, estos embriones eran destruidos o donados a la ciencia, sin embargo, algunos centros cristianos aceptan "donaciones" que pueden ser "adoptados" por parejas que tienen problemas para concebir. Fue entonces cuando Rachel decidió implantarse dos embriones gemelos de bebés afroamericanos.
Desde aquel momento, algo increíble sucedió. Uno de los embriones se dividió en dos y... [the_ad_placement id="social-sharing"]
"El pasado domingo, mi hermosa esposa, blanquita como yo, dio a luz a tres preciosos bebés afroamericanos que adoptamos cuando solo eran embriones.
Esperamos con impaciencia poder volver a casa para que nuestros otros dos hijos adoptivos puedan conocer a sus nuevas tres hermanas. Sé que aunque esto sea una forma de aumentar la familia totalmente natural para mí, existen personas que necesitan una pequeña explicación".
"Crecí siendo hijo de misioneros evangélicos en Honduras, esto hizo que rápidamente fuese consciente de la diversidad racial que existía en el mundo.
Yo era un chico pálido como la leche con los ojos azules, no era de extrañar que desentonase entre los demás, sin embargo, al mismo tiempo que me sentía diferente, también me sentía muy conectado con la gente de allí. Mi esposa por el contrario se crió en el delta del Mississippi, y no fue hasta que viajó un par de veces hasta Haití que pudo eliminar el prejuicio racial de su mente".
Ambos pensamos que la diversidad es algo maravilloso que hace que el mundo sea mejor. Nuestras diferencias son motivo de celebración y no de desprecio".
"Cuando todavía estaba saliendo con Raquel, decidimos que queríamos adoptar a un niño. A pesar de que éramos fértiles, teníamos la convicción de que una de las mejores formas de promover la vida es mediante la adopción. Varios años después de casarnos, con la idea de viajar como misioneros de la iglesia hasta Honduras y mientras intentábamos concebir de forma natural, decidimos visitar un centro de adopción de Mississippi.
Al conocer que a menudo es mucho más difícil encontrar familias adoptivas para los niños de color, informamos a la agencia que estábamos dispuesto a aceptar cualquier niño excepto aquel que fuese totalmente caucásico".
"Cuando empezamos el proceso de adopción sabíamos que la diferencia de piel jugaría un papel importante en nuestra vida familiar. Ambos pensamos que todos somos iguales a pesar de nuestras diferencias físicas. Lejos de obviarlas, las vemos, la apreciamos y las aceptamos".
"Aunque nos encanta ser una familia multiétnica y pensamos que nuestras diferencias hacen que nuestra vida sea más rica y plenas, sobre todo en la zona del sur, una pareja blanca con niños negros suele provocar reacciones no muy agradables. Siempre habrá la típica mujer que nos mira con desaprobación en la cola del supermercado o el típico hombre que señalará con el dedo a mi hijo mientras pasea agarrado a mi mano. Afortunadamente, existen otras muchas personas que nos apoyan y ven a nuestra familia con total normalidad y naturalidad.
Las malas experiencias son un recordatorio de lo mucho que nos queda por recorrer como sociedad, pero a pesar de todo, existen personas que demuestran que hemos avanzado y que el racismo debe ser cosa del pasado".
"Fue nuestro compromiso por la protección de los no nacidos y de la idea de aumentar la familia lo que nos llevó hasta el Centro Nacional de Donación de Embriones. Aunque nuestros hijos adoptivos nos tenían bastante ocupados y en un principio no contemplábamos la posibilidad de ampliar la familia, después de que una pareja nos animase y apoyados por la idea de Rachel de rescatar uno de esos embriones, decidimos intentarlo.
Vivimos en un mundo donde cientos de miles de embriones congelados son donados a la ciencia o destruidos".
"Cuando nos decidimos en la adopción de un embrión, nos vimos de nuevo ante la misma pregunta de algunos años atrás. ¿De qué etnia sería el embrión? Decidimos que fueran embriones afroamericanos para que nuestros hijos se sintieran conectados y se apoyasen entre sí".
"En septiembre del año pasado, dos embriones fueron implantados en Rachel, desde ese día comenzaría la tediosa espera para comprobar que los embriones estuviesen sanos conforme al proceso de gestación. Seis semanas después de que los embriones fueran implantados, visitamos nerviosos un hospital local de Honduras, donde nos encontrábamos trabajando como misioneros a tiempo completo".
"Comenzamos a explicarle al doctor todo el proceso que habíamos pasado con los embriones. Él por su parte no paraba de preguntarnos si estábamos seguros de que se hubiesen transferidos dos embriones. Y sí, por supuesto que lo estábamos. Para nuestra sorpresa, uno de los embriones se había dividido en dos en el vientre de Rachel. ¡Íbamos a tener trillizos!"
"Nos ha reconfortado muchísimo las innumerables muestras de cariño de todos nuestros amigos y familiares que han expresado de forma notable su apoyo ante los nuevos cambios que experimentará nuestra familia. Por nuestra parte, estamos viviendo un sueño".
"Me llenaba de felicidad ver como mi hija de piel tostada besa el vientre blanco como la nieve de su madre esperando que diese a luz a sus nuevas hermanas. Cada noche, mis hijos se despedían de sus hermanas desde el vientre de su madre y ahora pueden hacerlo cara a cara".
"Esta no es la forma en la que planificamos que sería nuestra familia 12 años atrás cuando comenzábamos nuestra relación, pero estamos muy agradecidos de poder disfrutar de una familia tan fantástica como la nuestra".
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