Siempre que llegas a casa procedente de la calle en pleno invierto tienes las manos y los pies fríos y helados y te acuerdas de Elsa de 'Frozen' porque podrías congelar el agua con tus dedos. Siempre te has preguntado por qué te pasa, pero nunca has hallado la respuesta.
Lo más común es que te digan que se debe a la circulación sanguínea, pero no tiene por qué tener relación con ese motivo. Las personas que tienen las manos y pies fríos suelen tener un flujo normal de sangre, así que no tienes de qué preocuparte.
Lo más común es que vayas a un sitio y no te esperes que tenga el aire puesto a tope, o que salgas a la calle de día y estés por ahí hasta que se haga de noche, y no lleves la ropa adecuada para soportar el cambio de temperatura.
Eso es lo que puede provocarte que llegues casi tiritando a casa aunque sea una noche de verano. Así que hasta aquí es todo normal y no debes activar la alarma de posibles enfermedades.
Cuando notes que es una reacción que tu cuerpo hace a menudo y sin motivo aparente, intenta observar si es algo que siempre te ocurre de la misma forma. A veces, tener las extremidades frías puede ser síntoma de alguna enfermedad que se manifieste de este modo.
Al ser algo tan natural, puede que pase desapercibido, pero es importante que lo observes ya que puede tratarse de un bloqueo de los vasos sanguíneos como reacción al frío. Aunque no sea nada de máxima gravedad, hay que tratarlo con un especialista.
El Raynaud es esta enfermedad que surge cuando tu cuerpo no tolera altos niveles de frío. Si comienzan a salirte rojeces, heridas y te duelen las extremidades cuando realizas algún tipo de actividad acude a tu médico.
En principio no tienes de qué preocuparte, es algo completamente normal que puede sucederle a cualquiera, y más si eres friolero. Obsérvalo y sal abrigado en las estaciones con bajas temperaturas, ¡mantén tus extremidades a salvo!
