No todos los maltratos sufridos por las mujeres son físicos; en muchas ocasiones el maltrato psicológico puede llegar a tener consecuencias peores. Hay que ser valiente y plantarle cara antes de que sea demasiado tarde. Este fue el caso de Lisseth, una luchadora incansable.
El día en que Lisseth se casó con Jose fue el mejor día de su vida. Pero pocos años después su matrimonio se convirtió en su peor pesadilla.
El marido de Lisseth, Jose, se volvió muy pesado después de que ella engordara durante el embarazo. Incluso llamó a su mujer y madre de su hijo "gorda" porque tenía la talla 56.
Durante y después del embarazo, la pareja consumió alimentos poco saludables, entre ellos alimentos procesados, McDonalds y dulces. Jose tuvo la suerte de no engordar, pero Lisseth continuó cogiendo peso.
"Pillé a Jose mirándome con asco. Mientras cenaba en el sofá, lo escuché murmurar 'gorda'", cuenta Lisseth. "Empezó con pequeñas indirectas, pero enseguida se conviertieron en burlas. Yo estaba desesperada por volver a ser la chica con curvas que había sido siempre, pero no tenía fuerza de voluntad ni autoestima para ponerme a dieta."
Un día lo oyó llamarla "elefante."
"Jose no me demostraba ningún tipo de afecto y la comida se convertía cada vez más en un refugio para mi", dice. "La comida era lo único que me hacía sentirme feliz. Comía unas 4.000 calorías diarias."
Poco después, descubrió que su marido la estaba engañando.
"Cogí su teléfono y encontré cientos de mensajes que lo incriminaban en su bandeja de entrada. Me sentí indignada, pero algo cambió en mí. Cuando llegó esa tarde, enseguida le conté lo que había encontrado", dijo.
"No lo negó y me dijo que era mi culpa por estar gorda. Me dijo que siempre estaba fea. Estaba destrozada, pero decidida. Este hombre no me volvería a hacer daño nunca más."
Fue entonces cuando Lisseth pidió el divorcio y decidió cambiar por completo.
Un médico le dijo que su única opción era la cirugía de balón gástrica, pero ella no le hizo caso. En vez de eso, cambió por completo su forma de vida y sus hábitos alimenticios.
"Empecé a perder peso. Me sentía muy bien, la ropa se me empezó a quedar muy grande y tenía que comprarme tallas más pequeñas", dijo.
Cuando Jose llegaba a recoger a su hija, se quedaba sorprendido.
"Cada fin de semana Jose venía a recoger a Lissmar y se me quedaba mirando. Un viernes me dijo que estaba muy sexy", cuenta. "Le cerré la puerta. Nunca le volvería a dejar entrar en mi vida. Soy un modelo a seguir para mi hija y le he demostrado que estaba equivocado."
Ahora Jose admite que metió la pata y fue muy cruel con su ex-mujer.
"Una de las razones por las que nos separamos era porque ella estaba gorda, eso fue lo que me hizo irme con otra," dijo Jose. "Ahora me arrepiento de lo que hice."
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