Jaime Jenkins, de 23 años de edad, y su pareja, Jakob Lang, residentes en Sydney, Australia, estaban esperando a su primer bebé, pero ya en la semana 12 del embarazo, el ultrasonido desveló que algo no iba bien.
Fueron unas semanas horribles para los jóvenes padres mientras planeaban su futuro, pero al mismo momento no sabían qué estaba pasando con su futura hija.
Sólo un par de semanas antes del nacimiento, los médicos le comunicaron a Jamie que su hija no tenía tejido pulmonar y se le aconseja la interrupción del embarazo. "Podía sentir sus patadas y ya le había puesto nombre, no podía abortar", dijo la joven.
Cuando Helena llegó al mundo, estos padres primerizos ya estaban preparados para lo peor. Los médicos no apostaban nada por su supervivencia, pero, a pesar de todo, fueron pasando los días y cada vez se hacía más fuertes.
La familia, y aún más los médicos, estaban muy sorprendidos. Tras seis semanas consiguieron averiguar el problema de Helena, tenía un tipo raro de enanismo.
Helena tuvo que sobrevivir a la muerte tres veces, ha tenido que soportar numerosas operaciones y pasó los tres primeros meses de su vida en el hospital. Su condición especial requiere una gran cantidad de tiempo, atención y conocimiento de la enfermedad.
Con el tiempo, los padres de Helena han descubierto que ambos llevan el mismo gen raro de enanismo a pesar de ser de estatura normal. Llaman a su hija cariñosamente "Dulce Pulgarcita". No saben si ampliarán la familia porque hay muchas posibilidades de que estas complicaciones se vuelvan a repetir en el siguiente embarazo.
Helena ya ha cumplido su primer año, es una niña muy feliz e incluso ha salido en una campaña publicitaria de ropa para bebés.
Los padres de Helena comparten su historia y las dificultades que tienen que afrontar en su propia página de Facebook.
"Helena ya nos ha sorprendido de muchas maneras, es un verdadero pequeño milagro y espero que nuestra historia ayude a otros padres que se enfrentan a la misma situación", dijo Jaime.
Helena tiene que ir al médico dos veces al mes a hacerse chequeos, pero con el cariño que le dan sus padres todo se hace más ameno. ¿Quién sabe? Lo mismo dentro de unos años se convierte en modelo gracias a esa sonrisa contagiosa.
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