«Papá, ¿Por que a las niñas les gusta que los chicos tengan esa cosa?»»Dios mío», pensó el padre «¿Qué debo decir? ¿No ha preguntado cada mujer del mundo esta pregunta en algún momento de su vida?»»Oh… bueno… um… mira cariño…»Pero la niña pequeña no esperó a su respuesta.
«Es porque se menea mientras caminan, por lo que la chica sabe que se trata de un niño y que le gusta. Entonces, el chico ve a la chica y se le hincha la cosita, y entonces la niña sabe que a él también le gusta ella», explicaba su hija. «Entonces, los dos se casan y entonces ¡Se cocinan!»
«Bueno, un poco incómodo», pensó el padre, «pero no está mal…»
Aunque el final le confundió bastante («¿se cocinan?»), el padre lo consideró y pensó que se trataba de una bonita metáfora que le habían explicado en el colegio para que su hija empezase a entenderlo, como lo de la «flor y la abeja».
Según llegarón a casa, la pequeña sacó algo de su mochila del colegio y dijo «Papá, ¿Quieres ver mi dibujo de lo que aprendí hoy en clase?».
Mientras que él no estaba del todo seguro, no pudo resistir la curiosidad y se lanzó a ver el dibujo de su hija que sostenía con tanto orgullo. Cuando vio lo que había en el papel tuvo que sentarse…
Garabateado por el papel, lo que su padre pudo ver fue un gigantesco boceto con lápices de colores… ¡De un pavo! Su redecilla (la cosa roja que cuelga sobre el pico del macho), la cosa que los pavos hembra encuentran tan irresistible, estaba magníficamente dibujado, con todas sus plumas parecía muy orgulloso.
La niña se ofendió porque su padre empezó a reírse tan fuerte de su dibujo, que comenzó a llorar, pero le aseguró a su desconcertada hija que le encantaba su dibujo, y ella pronto se olvidó de las risas del padre.
Él, sin embargo, ¡Nunca será capaz de sacarse de la cabeza ese pavo!
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Fuente: diply