Los niños nunca hacen nada con la única intención de enfadarte, ni siquiera cuando pintan tu querida alfombra blanca de un intenso color azul que nunca vas a conseguir eliminar, o cuando se llenan de tierra hasta las orejas jugando en el parque…
Todo lo que hacen es siempre desde la inocencia y directamente del corazón. La genialidad de los niños pequeños no tiene comparación.
Tal vez sería mejor que empezásemos a regañarles menos y disfrutar mientras nos reímos de todas las cosas tan extrañas con las que nos sorprenden cada día, después de todo son niños, y esa es su manera de aprender y explorar el mundo.