Existen muy pocas cosas que podamos hacer para reprimir la llamada de la naturaleza cuando esta llega. Da igual dónde nos encontremos o qué estemos haciendo, las ganas de hacer pis no respetan nada. De hecho, podríamos asegurar que aparecen justo en el momento más inoportuno.
Afortunadamente, la raza humana ha sabido adaptarse a este inconveniente desarrollando una especie de defensa que se activa en momentos de necesidad. En el momento en que sentimos que nuestra vejiga no da más de sí, nuestros sentidos se agudizan y nuestra mente se despeja para proporcionarnos unas capacidad sobrehumanas.
Estos son algunos de los superpoderes que desarrollas cuando te estás haciendo pis:
1- Concentración:
Te conviertes en toda una maestra de la meditación, eres capaz de despejar la mente y alejar cualquier pensamiento que tenga que ver con tus incontrolables ganas de orinar.
2- Elasticidad:
Tu vejiga se convierte en una bolsa con una elasticidad casi infinita capaz de almacenar litros y litros de pis.
3- Velocidad:
Una fuerza sobrenatural se adueña de tu cuerpo y te hace alcanzar velocidades estratosféricas. En ese momento ni el mismísimo Usain Bolt podría adelantarte en la carrera por un baño.
4- Orientación:
En solo una milésima de segundo tu cerebro es capaz de ubicarte en la ciudad y encontrar el baño más cercano. ¡Ni el Google Maps es tan efectivo!
4- Creatividad:
Tus neuronas trabajan más que nunca y te ayudan a encontrar toda clase de posibilidades donde poder hacer pis en un momento de necesidad.
5- Equilibrio:
Como si lo hubieses estado practicando toda tu vida, de repente eres capaz de mantener el equilibrio mientras haces posturas imposibles para orinar en un baño público asqueroso.
6- Resistencia:
Las fibras de tu cuerpo se endurecen y consigues que la uretra se convierta en un orificio totalmente impenetrable.
7- Persuasión:
Con una labia legendaria eres capaz de convencer incluso a tu peor enemiga para que te acompañe al baño y te ayude a superar la urgencia.
8- Autocontrol:
Por primera vez consigues controlar todas tus emociones. Sabes que la más mínima sonrisa podría suponer el principio del desastre.
9- Oído:
Tu sentido del oído es capaz de ignorar cualquier sonido que tenga que ver con un chorrito de agua cayendo. En ese momento para ti no existen ni las fuentes, ni los ríos...
10- Disimulo:
Eres capaz de actuar con tanta naturalidad que cualquier espía sentiría envidia de tus habilidades para ocultar tus verdaderas intenciones a los demás.
11- Adaptación:
Eres capaz de adaptar tus movimientos para correr largas distancias a gran velocidad con las piernas cruzadas.
12- Estaticidad:
Eres capaz de detener todos los músculos de tu cuerpo y quedarte totalmente inmóvil para concentrar todo tu esfuerzo en no soltar ni gota.
13- Hipermovilidad:
Cuando la quietud falla, sientes como una poderosa energía te recorre el cuerpo y hace que seas incapaz de mantener los pies en el suelo.
14- Mimetización:
El camuflaje es lo tuyo. Eres capaz de mezclarte entre el género masculino para poder usar sus urinarios sin que nadie se de cuenta.
15- Resistencia a la deshidratación:
El 70% de nuestro cuerpo es agua, ¿para qué tomar más? Te impide tomar cualquier líquido hasta que no consigues evacuar las cañerías.
16- Invisibilidad:
Por alguna razón, tu cuerpo se vuelve invisible y ya no tienes que resguardarte tras ningún coche o pared para aliviar el vientre, o al menos eso es lo que te gustaría pensar...
17- Conexión femenina:
Tu cerebro adquiere un nuevo lenguaje secreto que solo entienden las mujeres con el que puedes decirle a tu amiga que te tiene que acompañar al baño con urgencia.
18- Intimidación:
Nada ni nadie se impondrá entre el baño y tú. Cualquier persona que ose ponerse en tu camino pagará las consecuencias.
19- Extroversión:
Por alguna razón te ves obligada a compartir tus ganas de orinar con el resto de tus congéneres. Cada vez que gritas al aire que te estás orinando, las ganas disminuyen unos segundos.
20- Sentido del humor:
Cuando fallan todos tus planes y sucede la tragedia solo te queda reír y tomarte las cosas con filosofía, o no...
