El vínculo que existe entre los perros y sus dueños es tan especial que supera los límites de la lógica. Para muchas personas, sus pequeños cachorros son prácticamente como sus hijos, los cuidan y los miman como si fuesen un miembro más de la familia.
Aunque aún haya gente que piense que los perros no tengan sentimientos y que no comparten ese mismo amor hacia sus propietarios, lo cierto es que hay muchos casos que demuestran lo contrario.
La historia de Bayron es uno de ellos. Es sin duda una de las historias más bonitas que he escuchado.
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Cuando la salud de su dueña empeoró, Bayron se escapó de casa. Lo daban por perdido, no entendían dónde podía haber ido.
Doña Rosalba Quiroz, la dueña de Bayron, finalmente falleció y su familia y amigos se reunieron en su entierro en México para decirle adiós.
En medio del entierro, fueron sorprendidos por la llegada de alguien a quien no esperaban para nada. El precioso Bayron, que había desaparecido 15 días antes, volvió para darle el último adiós a su mamá.
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Doña Rosalba y Bayron vivían en un rancho, donde ella había estado luchando contra el cáncer durante años. Cuando su salud empeoró, se fue a la casa de unos parientes cercanos para que cuidasen de ella.
Pero ella seguía yendo cada día al rancho para cuidar de Bayron.
Sin embargo, su salud empeoró y ya no podía volver, así que le pidió a su familia que cuidaran de él en su lugar.
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Por desgracia, cuando volvieron al rancho para darle de comer, vieron que Bayron no estaba por ningún lado.
Doña Rosalba falleció a las dos semanas de la desaparición de Bayron y todo el mundo asumía que nunca volverían a verle de nuevo.
"Normalmente no dejamos que los animales entren, pero el perro aullaba y arañaba la puerta, así que lo trajimos", dijo el trabajador de la funeraria en la que tuvo lugar el entierro.
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Una vez dentro, Bayron se echó encima del ataúd de Doña Rosalba para despedirse de ella por última vez.
"Nunca hemos visto un caso como éste", explicó el propietario de la funeraria. "Estamos todos sorprendidos de cómo el animal llegó solo para decir adiós a su dueña".
Bayron es el vivo ejemplo de que el amor de un animal doméstico es más fuerte que la distancia o incluso la muerte.
